La bandera española es la del Pp, la de la AVT y la bandera de los que ganaron la guerra civil, la bandera del odio… (No sé si decir esto es un delito, pero si lo es, estoy embriagado y sólo es mi opinión…). Digo esto porque viene a colación a una patética historia que a continuación relato:
En el infierno del hospital psiquiátrico penitenciario de Foncalent, su subdirectora ha sido relegada de sus funciones por tener en su despacho colgada de la pared el trapo consabido con los colores de la bandera española y el lema pepiano de ETA+ZAPATERO+PSOE ¿QUIÉN ESTÁ DETRÁS DEL 11-M?, lema que va desplazando al toro de Osborne, hasta el punto de que ya se ven a infelices turistas que pegan la banderita con la consigna en sus coches porque piensan que responde al folclore ancestral español y así se socializan mejor. Este incidente disparatado (fascistoide) en el psiquiátrico de Foncalent agudiza, si pensamos en la gestión que de tremendo infierno puede hacer tremenda subdirectora, el desastre apenas vislumbrado que se les viene encima a los presos a quienes se les diagnostica una enfermedad mental y son enviados a este centro y el que sufren los que ya están allí, (el único hospital psiquiátrico penitenciario público que hay en el país), centro cuya situación, que ha sido denunciada repetidas veces sin éxito, es la siguiente: se trata de un “manicomio” con 400 enfermos que cuentan para su atención con un psiquiatra titular, un psiquiatra interino y dos psiquiatras a tiempo parcial, una cantidad ciertamente patética por insuficiente.
Todo se mezcla en esta historia, qué cóctel tan horrendo.
En el infierno del hospital psiquiátrico penitenciario de Foncalent, su subdirectora ha sido relegada de sus funciones por tener en su despacho colgada de la pared el trapo consabido con los colores de la bandera española y el lema pepiano de ETA+ZAPATERO+PSOE ¿QUIÉN ESTÁ DETRÁS DEL 11-M?, lema que va desplazando al toro de Osborne, hasta el punto de que ya se ven a infelices turistas que pegan la banderita con la consigna en sus coches porque piensan que responde al folclore ancestral español y así se socializan mejor. Este incidente disparatado (fascistoide) en el psiquiátrico de Foncalent agudiza, si pensamos en la gestión que de tremendo infierno puede hacer tremenda subdirectora, el desastre apenas vislumbrado que se les viene encima a los presos a quienes se les diagnostica una enfermedad mental y son enviados a este centro y el que sufren los que ya están allí, (el único hospital psiquiátrico penitenciario público que hay en el país), centro cuya situación, que ha sido denunciada repetidas veces sin éxito, es la siguiente: se trata de un “manicomio” con 400 enfermos que cuentan para su atención con un psiquiatra titular, un psiquiatra interino y dos psiquiatras a tiempo parcial, una cantidad ciertamente patética por insuficiente.
Todo se mezcla en esta historia, qué cóctel tan horrendo.
