jueves, enero 31, 2008

Tradiciones


El sábado fui a matarle un chino a un gran amigo que vive en Aguaderas, donde se celebra el festival de música de raíz. Y, a diferencia de hace 20/15 años, casi no encontramos a nadie que nos ayude a echarlo a la mesa. Sólo un cuñao/vecino que se acercó un momento. Y no es porque mi amigo no tenga más hermanas, cuñaos, vecinos, amigos; es porque nuestros hábitos han cambiado ostensiblemente en las últimas décadas. La mayoría de ellos escapó a Murcia, a esos latifundios comerciales, fascinados tal vez por una montaña de rebajas, de escaparates luminosos y envoltorios brillantes.
Y eso es muy triste. La gracia de una matanza no es sólo el acto de recibir con júbilo la rica carne del generoso animal, el fruto de la naturaleza, nuestro alimento, en definitiva, esa gran ceremonia de la fertilidad y de la abundancia; una matanza es un ritual ancestral, un motivo de encuentro y reunión alrededor de una lumbre que todo lo cataliza. Es cocer la cebolla para las morcillas la tarde anterior, amontonar leña de olivo en torno a la caldera, desempolvar la mesa, la artesa, quien aún la conserve, limpiar de palos la matalahúga y el orégano, pelar los ajos…es dormir ansioso por recibir la madrugada. Luego están los primeros pedazos asados, unas cortezas, los higos de la cabeza, una buena saura con su hígado, pulmón y corazón y las patatas gordas y morenas rehogadas en abundante aceite de oliva, vino de la tierra, la algazara, habas y naranjas...e historias al abrigo acogedor del fuego, para qué más en esta vida.
Hace más de 15 años que no voy a El Corte Inglés, ni he pisado aún las Nuevas Condominas…un día de estos tengo que ir al médico.
texto de Marcos Rubio

martes, enero 29, 2008

Pepel picado


Pasaste en el turbión del carnaval,
como un detalle más de su tropel,
y me arrojaste, riéndote, al pasar,
un manotón de trozos de papel.
Nevaba. Estaba viejo mi gabán,
y yo sentí llegar al corazón,
como otra nieve cruel,
tus trozos de papel,
que fueron pedacitos de ilusión.
¡Carnaval!... Carnaval que te burlas de mí,
¿volverás a pasar otra vez con Mimí?
¡Carnaval!... Carnaval,
¿mis treinta años qué son
si no sé ni cantar ni olvidar tu canción?
También a mi buhardilla un carnaval,
te trajo la comparsa aquella vez.
Era en París. Nevaba y no había pan,
y te pintó un banquete mi pincel.
Entonces era nuevo mi gabán y loco el corazón, ciega la fe.
Helaba y en mi afán lo mismo lo empeñé,
para comprar papel en vez de pan...
tango de Cátulo Castillo

miércoles, enero 23, 2008

Un día más


Un día más, murmura lacónico el viejo cegado por el sol

jueves, enero 17, 2008

Azar


He llegado a pensar, paranoico de mí, que todo lo malo de este mundo, el hambre, las enfermedades no investigadas, la injusticia, las desigualdades, el ocio teledirigido… todo, es fruto de un contubernio de grandes empresas y gobiernos para perpetuarse en la élite. Lo hacen mediante el control económico, el control moral y el control emocional. Los instrumentos son las leyes, las modas, las guerras, el circo… Todo esto parece contradictorio con otra de mis convicciones, el reino absoluto del azar, que es inalienable, incontrolable y afecta a todo sin remedio. Es decir, si el azar gobierna la naturaleza y los seres humanos somos naturaleza, cómo podemos estar constreñidos por tal contubernio. He llegado a la conclusión de que el azar produce los contubernios y es más, que puede destruirlos. Con todo, estar al pairo del azar no es voluntario sino inevitable, y la acción no es contradictoria a esta ley universal, el reino absoluto del azar. Por eso, que te parta un rayo es inevitable por azaroso, pero que el Pp gane las elecciones sí es evitable. Así que no nos dejemos llevar por el azar, (se traduce en que el Pp perderá las elecciones sin que nosotros hagamos nada), sólo admitamos que existe.

Bitácora anarquista de literatura, desfases, opiniones, anecdotarios, y demás adentros que se echen afuera. El Perro apoya al pueblo en cualquier acción de respuesta que por justicia ejerza. Que explote la bomba.