martes, septiembre 12, 2006

estremecimiento

Creo que nos sucede a todos que al pasar por algún sitio determinado nos estremecemos, quizá durante menos de un segundo, y es por que algo hay que nos desagrada en el contexto de ese lugar determinado. La verdad es que suele ser tan breve el estremecimiento que ni nos percatamos de él y cuando empezamos a sentir cierta angustia ya hemos dejado atrás lo que la causaba y no reflexionamos más. No obstante si este algo que nos provoca ese estremecimiento está en un lugar por donde solemos pasar, la reiteración del mismo nos puede hacer reflexionar y entonces podemos hacer el ejercicio de descubrir qué es aquello que nos resulta molesto y nos hace estremecernos durante menos de un segundo. Yo hice ese ejercicio. Antes de llegar a mi casa, al doblar una esquina, automáticamente me encogía y resultaba herido por algo desagradable, sentimiento que enseguida, al dejar atrás lo que lo provocaba, desaparecía. Pero como digo, dada la reiteración del mismo por lo obligado de doblar siempre esa esquina, lugar donde me estremecía, hice el ejercicio de encontrar la fuente del mal, así, como llevando entre mis manos un detector de metales para encontrar minas ocultas que me pudieran hacer saltar por los aires, con el mismo esmero y la misma alerta, doblé la esquina lentamente. Llegó el calambre, la molesta sensación y miré a mi alrededor investigando minuciosamente cada detalle. Y allí estaba lo que causaba el estremecimiento, enseguida di con ello. Se trataba de una tapia de un metro ochenta más o menos de alto y sobre un metro de ancho,cuya cumbre, para disuadir del asalto al terrenillo que guardaba, su dueño huraño, había coronado con trozos puntiagudos de vidrio sujetos con cemento.

Ahí estaba, así que eso era…

No hay comentarios:

Bitácora anarquista de literatura, desfases, opiniones, anecdotarios, y demás adentros que se echen afuera. El Perro apoya al pueblo en cualquier acción de respuesta que por justicia ejerza. Que explote la bomba.