El miedo provoca un estado de alerta que hace que los seres que lo padecen respondan mejor ante las amenazas, pues se agudizan todos los sentidos de manera que se esté al acecho para poder responder. Por otra parte ese estado de máxima atención resta otros estados como son el hambre o el sueño, un ser aterrado sólo tiene necesidad de estar al acecho.
El miedo es compañero de viaje del hombre y está entonces íntimamente ligado a su historia. El caso es que conocidos sus efectos, desde siempre ha sido utilizado consciente o inconscientemente para embelesar o subyugar al hombre en la doctrina hegemónica del momento. Miedo al más allá, miedo a la oscuridad, miedo a lo desconocido, a la ruina, al infierno, al castigo… si los salvadores son el gurú, el padre, el médico, el político, el banquero o el cura, subyugarse a sus doctrinas es la salvación, aunque suponga perder grados de bienestar y de libertad.
En la actualidad, como siempre, el miedo es el sable blandido por todos estos locos anormales que intentan asustarnos… muyahidín, cura, padre, políticos, banqueros, médicos…
Luego la única forma de ser libre es no tener miedo, no pertenecer a su jurisdicción.
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