Los pidgin se definen como lenguas imperfectas no institucionalizadas en fase de creación que se usan en entornos restringidos. Lo conforman fragmentos de varias lenguas donde las predominantes aportan la mayoría de la carga de unidades léxicas y las no predominantes los rasgos sintácticos, fonéticos y morfológicos. Siempre han existido y aún existen, pero su apogeo fue en la época comprendida desde el siglo XIII al XVII, cuando empezó la globalización, la era de los descubrimientos geográficos y del lanzamiento del comercio. Entonces, cuando un barco portugués llegaba a una isla del pacífico, por ejemplo, dos culturas chocaban, y su representación más destacada, sus lenguas, como elementos químicos, empezaban instantáneamente a mezclarse, desde el primer minuto de contacto. Mas a esa isla llegaban después más barcos: ingleses, franceses, alemanes… y de la necesidad de inteligibilidad mutua nacía el pidgin de esa isla, con un vocabulario básico de sobre dos mil palabras, lo mínimo para que se estableciera el comercio y se entendieran las normas mínimas de convivencia para que tan distintas culturas se soportaran. Pero es curioso, aún con el pidgin, no se da ni se avanza hacia la inteligibilidad mutua entre las lenguas que lo comparten, es decir, sólo se comunica y es comprendido aquello que les interesa, que es lo que les une, mayoritariamente el protocolo que necesita el comercio para que se de. Con esto, los miembros de la tribu insular guardaban su cultura y los comerciantes la suya, creyendo cada cual que el otro era muy simple y muy pobre, pues sólo se podía hablar con ellos de dinero, y esto es tremendamente sugerente.
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